Ni títulos ni culpas

Desde siempre el ser humano ha buscado la forma de librar responsabilidades, ya sea aportando pruebas para no ser culpables de algo que realmente no hizo, o incluso, manipulando la versión para salir bien librado.

También en otras ocasiones, acostumbramos descalificarnos, como forma de justificación; sí, decir no puedo, no sirvo para eso, entre otras razones. Todo ello consiste en un entre dicho y maraña de pretextos que en la mayoría de los casos alimenta la tendencia humana de justificarnos a nosotros mismos.

  Es muy común para los niños a muy corta edad aprender a mentir con auto justificaciones, fundadas o no, ya grandes, la costumbre no desaparece y seguimos buscando la manera de librar responsabilidades de muchas cosas. El problema agrava aún más cuando en ese proceso de auto encerramiento, nos privamos incluso de cosas muy importantes y determinantes  para nosotros mismos. Por ejemplo, nos auto justificamos para no perdonar, y para ello vamos a encontrar mil razones “supuestamente” válidas  y lo que es peor aún, no nos consideramos merecedores de la paz que nos aporta el perdón, el perdón nos libera, pero no creemos merecer esa libertad y esa paz, en otras palabras, para unas cosas somos muy buenos y para otras nos consideramos poco, porque si entendiéramos que ya Dios pagó por nuestra paz, la cual es producto de su justificación, no la nuestra; entonces dejaremos de lado nuestros argumentos, pero nuestro yo, erróneamente se hace fuerte muchas veces y queremos solucionar las cosas, de acuerdo a nuestras expectativas y costumbres de justificación. En  Romanos 5:1 la palabra de dice:

“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.”

  La paz de Dios es consecuencia de creer y recibir gracia y justificación. NUNCA hallaremos la paz de acuerdo a nuestros parámetros humanos. La culpa, la vergüenza o simplemente creer que no merecemos la paz de Dios, se convierten en un gran obstáculo para entender la justificación de Dios, en esta última condición hay muchas personas en este momento, quienes en su mente y corazón ponen fuertes candados, por ello entonces: no perdonan, alimentan rencores y  mantienen actitudes pecaminosas porque se sienten  lejos de merecer la misericordia y la paz de Dios, o bien, de creer que ello depende de nosotros, NO, no depende de nosotros; ya Dios lo hizo, pero SÍ está en nosotros el no perder NUNCA nuestra FE y esa fe genuina nos llevará a tomar decisiones para actuar con firmeza, para NO  dejarnos llevar por emociones, las trampas de corazón y la culpa.  En todo momento, la justificación de Dios será mayor que la culpa, mayor que el pasado y que la vergüenza. 1 Juan 3:20 encontramos

“Pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas.”

    La conciencia o el corazón nos pueden acusar, siempre lo hacen, y muchas veces les hacemos caso, pero Dios es más grande. Esto significa que incluso, si uno se siente indigno, Dios sigue ofreciendo su amor y la ayuda necesaria para cambiar todas las actitudes de nuestra vida que requieren una modificación para continuar la marcha con más fuerza. No se trata de ignorar los errores y pecados que hay en nuestra vida, se trata de arrepentirnos de manera genuina y no permitir que la culpa siga cavando en nuestros corazones.

 En Lucas 16:15 encontramos: “Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones.”

   El ser humano, por naturaleza, tiende a justificarse mediante excusas, obras ocomparaciones diciendo: yo soy más bueno que aquel. Sin embargo, Dios no acepta la justicia humana como válida. Solo la fe sincera en Jesucristo, basada en arrepentimiento y confianza, trae verdadera justificación.  No pienses más en las cosas injustas que han pasado contigo para justificar lo que eres hoy, tampoco te escudes en las cosas buenas que haces o has hecho, simplemente vive agradecido con lo que Dios ha hecho en ti y DESPÓJATE TANTO DE TÍTULOS COMO DE CULPAS solo así podemos vivir en la libertad y paz que el Señor desea para nosotros.

Bendiciones

Hugo García Blanco

Ministerio Hombres Casados

About the Author

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

You may also like these