Un orden lógico y normal que se evidencia en el devenir histórico son los periodos de transición, estos periodos son aquellos espacios de tiempo en los cuales el orden establecido va llegando a su final y surgen los nuevos liderazgos, liderazgos que vienen cargados con nuevas formas de enfrentar los retos y de llevar a sus organizaciones, pueblos o iglesias por el buen camino.
A un rey le sobreviene otro rey, a un presidente le precede otro presidente y de esa manera se instalan nuevas formas de hacer las cosas, nuevos procedimientos, nuevos métodos y nuevos estilos de liderazgo.
Es común que las personas que estuvieron imbuidas en esos periodos históricos se enfrenten a una serie de dificultades para aceptar y entender los cambios que se dejaron venir a partir de que su líder se retiró y uno nuevo tomó la estafeta, a menudo las personas tienden a resistirse ya que les cuesta asimilar esos cambios, cambios que al final de cuentas son normales porque a un orden o periodo de tiempo determinado le tiene que preceder otro.
En cierta medida la resistencia se deja ver porque están muy a gusto con la forma en la que se han hecho las cosas en los últimos años y no les interesa que venga alguien a cambiar aquello que creen se ha hecho bien.
El asunto de fondo es que el cambio se gestará con nuestro consentimiento y apoyo o sin él, el cambio es una máxima de la vida; entonces, si no lo podemos detener, mucho bien nos hará actuar con sabiduría ante él.
En los relatos bíblicos podemos notar los múltiples cambios de reyes en Judá e Israel. Al rey David le sobrevino Salomón; posiblemente fueron muchos los habitantes de Judá los que se preocuparon por la salida del viejo rey David y el advenimiento de un joven desconocido en cuanto a estilo, dones y capacidades de mando como Salomón. El asunto es que la vida no se detiene, el cambio llega y el éxito del nuevo periodo depende, en buena medida, de las capacidades del nuevo líder, pero en otro tanto, también depende del apoyo y la aceptación que reciba de su pueblo o de aquellos que son dirigidos.
Como iglesia estamos inmersos en un periodo de transición que llevará algún tiempo. Es natural que desde ya algunos experimenten sentimientos encontrados, aunque nuestros pastores aún no se hayan ausentado ni hayan soltado las riendas de la congregación, podrían sentir añoranza ante la sola idea de que pronto ya no ejercerán su rol acostumbrado. Esta reacción se podría considerar como normal, ya que es una forma en la cual se expresan los sentimientos desde un fuero interno, no obstante, no es bueno que nos quedemos en esa condición durante mucho tiempo ya que la vida continua, además para nuestros pastores se abrirán nuevos retos que los llevarán hacia nuevos derroteros.
Por otro lado, saludamos un liderazgo fresco, una nueva forma de hacer las cosas, una nueva forma de predicación, un nuevo estilo al que debemos recibir con una sonrisa y con una mano extendida. La actitud que cada uno de nosotros asumamos importa mucho, el éxito de lo que se viene reclama de nuestra participación activa y de nuestra solidaridad.
Como congregación somos bendecidos con esta linda oportunidad que se nos presenta. Contamos con pastores sabios y llenos de amor que nos han guiado por muchos años, a los que podremos recurrir y abrazar y por otro lado también contamos con nuevos pastores llenos de ilusiones, llenos de fuerza y llenos de ideas prestas a ponerlas en acción. Bendecidos porque todo se ha gestado dentro de nuestra congregación, hemos tenido la bendición de ver a unos caminar día a día y llenarse de sabiduría y del buen favor de Dios, y a otros crecer y consolidarse como personas de bien, llenas de bríos e inteligencia y con un don de servicio y liderazgo que los ha llevado a una posición de privilegio en nuestra congregación.
Bendecidos porque en la gran misericordia de Dios y basados en el compromiso y excelente trabajo de nuestros pastores, estamos inmersos en un periodo de transición que se ha tomado el tiempo necesario para proporcionar un aterrizaje sereno, sin sobresaltos y un despegar seguro, lleno de expectativas, con el corazón excitado y la mente puesta en esas nuevas tierras que vamos a conocer.
Gracias pastores, porque nos están brindando un periodo de transición caracterizado por el orden y las buenas formas.
Como congregación les extendemos nuestras manos y con gozo en nuestros corazones les decimos, gracias, cuenten con nosotros en ese lindo periodo del crepúsculo de sus vidas y en ese periodo maravilloso de la alborada que saluda el inicio de algo que será promisorio, que bajo la poderosa mano de Dios les llevará a cumplir los propósitos que él tiene para sus vidas.
Con mucho cariño.
Dixon Navarro A.
Ministerio de Hombres