La reprensión manifiesta es mejor que el amor oculto

Los seres humanos somos propensos a equivocarnos, es parte natural de nuestro aprendizaje. Por nuestros errores, somos capaces de mejorar diferentes aspectos de nuestras vidas, y grandes descubrimientos científicos se han obtenido debido a un error. La penicilina, la insulina, las máquinas de rayos x, entre muchos otros, se obtuvieron gracias a que un experimento falló y por rebote lograron observar una aplicación distinta para ese resultado “adverso”.

Todos hemos fallado alguna vez, pero aun sabiendo esto, somos muy rápidos para criticar si otra persona se equivoca. Es común ver en los lugares de trabajo cómo las personas de más experiencia no tienen paciencia con los de nuevo ingreso. Somos muy buenos para olvidar que en algún momento nosotros también fuimos nuevos y que nos equivocamos miles de veces hasta que logramos aprender la forma correcta de hacer nuestro trabajo. Dentro de las comunidades cristianas también se puede observar este mismo patrón, no solo en la forma de realizar tareas durante el servicio, sino también con respecto a juzgar a otros cuando se descubre o se confiesa un pecado.  

La Biblia es muy clara, a excepción de Cristo todos hemos pecado. Lo heredamos desde que Adán y Eva pecaron. Nacimos atados a nuestra carne y por ende nacimos pecadores.

“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” Romanos 3:23  

La muerte y resurrección de Jesús fue el pago definitivo por nuestros pecados, todo aquel que en Él cree ya no será juzgado únicamente por la Ley sino que ahora vivimos en la gracia de Dios.

“siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”. Romanos 3:24

Nuestros pecados pasados, presentes y futuros han sido lavados, pero ¿esto significa que tenemos pase libre para pecar? No, simplemente implica que Dios en su misericordia comprende que, durante el proceso de nuestra santificación, continuamos siendo propensos a pecar, pero ya no estamos atados al pecado, sino que ahora somos libres de él.

 ¿Puede un cristiano maduro en la fe pecar? Si, los cristianos nos mantenemos en una lucha constante contra el pecado, no vivimos en ausencia completa de él. La diferencia entre un cristiano y una persona inconversa es que el cristiano cuando peca se arrepiente, busca a Dios, pide perdón de corazón y no vive en una práctica constante del pecado.

Dios perdonó nuestros pecados, aun sabiendo que continuaremos pecando, entonces, ¿por qué somos tan duros con nuestros hermanos en la fe cuando nos enteramos de que ellos fallaron? Lejos de ayudar, muchas veces terminamos por condenar a los demás. Esto abre puertas a que nosotros mismos pequemos al caer en murmuración.

¿Qué dice La Palabra que debemos hacer si encontramos a un hermano en pecado?

Lo primero es comprender la situación por la que esa persona está pasando, muy probablemente se va a sentir avergonzado por su accionar, por lo que debemos conversar con esa persona con una actitud humilde, entendiendo que nosotros también hemos estado en su posición.

“Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”.  Gálatas 6:1

En la Biblia podemos encontrar muchos ejemplos de cómo Dios corrige cuando alguien ha pecado. Siempre predomina su amor y deseo de que exista una redención y no busca señalar, minimizar o avergonzar al pecador.

En Mateo 18:15-17 Jesús explica pasos para poder abordar una conversación con alguien al que se ha descubierto que está actuando mal.

Si un creyente peca contra ti, háblale en privado y hazle ver su falta. Si te escucha y confiesa el pecado, has recuperado a esa persona; pero si no te hace caso, toma a uno o dos más contigo y vuelve a hablarle, para que los dos o tres testigos puedan confirmar todo lo que digas. Si aun así la persona se niega a escuchar, lleva el caso ante la iglesia. Luego, si la persona no acepta la decisión de la iglesia, trata a esa persona como a un pagano o como a un corrupto cobrador de impuestos. Mateo 18:15-17.

Todo lo que hagamos, hagámoslo con amor, buscando ayudar a los demás. Somos una familia en Cristo, y como tal, esforcémonos en limpiar asperezas entre nosotros para evitar que, problemas que tienen una sencilla solución, se vayan alimentando con el paso de los años y terminen generando murmuración, división y contiendas.

Andrés Rivera

Ministerio Logos

About the Author

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

You may also like these