¡Qué dichosos somos al tener un Padre que es Todopoderoso!
Qué triste es que, muchas veces, olvidamos el poder de Dios, olvidamos lo que ha hecho en nuestras vidas, cómo nos rescató de la ignorancia de nuestro conocimiento sobre Él, de la ira que doblegaba nuestra vida, de la falta de perdón, del alcoholismo, de las drogas y de muchas cosas más.
Olvidamos cómo nos libró de peligros, cómo guardó nuestra vida y la de nuestros seres queridos. En fin, olvidamos que para nuestro Padre no hay nada imposible.
Eso ha pasado a través de los siglos; podemos ver cómo el pueblo de Israel siendo testigo de su liberación de la esclavitud egipcia, de cómo se abrió el mar para que ellos pasaran y luego se “cerró” cuando pasaron los egipcios que los perseguían, de ser provistos de maná, y de codornices porque querían carne mientras atravesaban el desierto, y de muchos milagros más; muchas veces en su travesía se rebelaron contra Dios, olvidando todas las maravillas que habían vivido y oído de sus padres sobre aquel Dios Todopoderoso.
Y qué decir de Elías, profeta de Dios, que oró y la lluvia cesó y después de más de tres años oró de nuevo y la lluvia regresó, que sabiéndose respaldado por Jehová tuvo la valentía de retar a los profetas de Baal, y Jehová hizo arder el sacrificio, a pesar de haber sido empapado con agua…
Dice la Escritura: (1° Reyes 18: 36-39)
36 Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. 37 Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que Tú, oh Jehová, eres el Dios, y que Tú vuelves a ti el corazón de ellos. 38 Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja. 39 Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios!
(1° Reyes 18: 45-46)
45 Y aconteció, estando en esto, que los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y hubo una gran lluvia. Y subiendo Acab, vino a Jezreel. 46 Y la mano de Jehová estuvo sobre Elías, el cual ciñó sus lomos, y corrió delante de Acab hasta llegar a Jezreel.
¡Cuánta manifestación del poder de Dios por medio de Elías!
Pero, ¿qué pasó cuando fue amenazado de muerte por Jezabel por lo que había hecho con los profetas de Baal?
¿Qué pasó con aquel hombre que por medio del poder de Dios venció al dios Baal?
¿Con aquel siervo de Dios por medio del cual Él manifestó Su poder y Su soberanía?
Elías sintió un temor terrible, tanto que deseo morirse. Se olvidó del poder de quien lo respaldaba, de quien lo había usado poderosamente…
1° Reyes 19:3-4 dice:
3 Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado.
4 Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres.
En su gran misericordia, Dios no desechó a Elías, comprendió su humanidad y siguió usándolo con poder, no solo eso, sino que fue arrebatado al cielo.
11 Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino. (2° Reyes 2:11)
Hermanos, así como Elías y el pueblo de Israel, en algún momento olvidaron lo que Dios hizo en sus vidas, también nosotros nos olvidamos del poder de Dios, de lo que el Señor ha hecho con nosotros, con nuestras familias, del gran privilegio de haberle conocido, de la sanidad en nuestros cuerpos, de la bendición del trabajo que tenemos, de la casa en que vivimos, no importa si es nuestra o no; de la bendición de servirle, de asistir a una congregación… son incontables las razones por las cuales debemos estar agradecidos con nuestro Dios, con nuestro Padre, de reconocer Su poder en nuestras vidas.
Bendito Dios, que tenemos la oportunidad de volvernos nuevamente a Él a pedir su misericordia y su perdón, pero mientras tanto, así como Elías se sintió solo, triste y desesperado; y el pueblo de Israel fue vencido y humillado por pueblos enemigos; también nosotros, mientras nuestro corazón esté apartado del Señor tendremos que hacer frente, solos, a tanta situación difícil que la vida nos presenta.
Por eso, hermanos, no olvidemos nunca que tenemos un Padre, un Dios que está siempre con nosotros sosteniéndonos, consolándonos y acompañándonos en cada situación que vivamos.
En la Escritura podemos encontrar múltiples versículos que nos hablan de esto. Algunos de ellos son:
Isaías 41:10:
“10 No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.”
Jeremías 29:11:
“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.”
Filipenses 4:13:
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”
Salmo 42:12:
“¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle
Salvación mía y Dios mío”
Hermanos, cuando sintamos que Dios no nos escucha o que nos ha abandonado, miremos hacia atrás y recordemos todo lo bueno que ha hecho en nuestra vida.
Un abrazo!
Olga Loría G.
Ministerio La Cosecha
Ministerio de Mujeres