Hace un tiempo mantuve una conversación con un buen amigo que el Señor puso en mi camino, me invitó a ir a su casa a tomar café y estuvimos conversando de muchos temas: ministeriales, personales, familiares y hasta financieros, en realidad fue una conversación muy bonita y fue un buen tiempo que disfruté bastante.
En medio de esa charla que tuvimos, empezamos a compartir sobre situaciones que vivimos nosotros como seres humanos y que han marcado de una u otra forma nuestra vida, estuve participando y escuchando lo que quizás marcó su vida, y hasta ahí íbamos bien.
Sin embargo, conforme iba pasando el tiempo, me percataba que esa pregunta que había estado evitando, pronto sería a mí a quien se la iban a hacer, por lo tanto, mi mente, mi corazón y mis emociones entraron en juego y no pasó mucho tiempo cuando la escuché:
-¿Ema, y qué recuerdo tiene usted que, particularmente, esté grabado en su memoria y que haya marcado su vida?
Si les soy sincero a ustedes como lectores de este boletín, no necesité mucho tiempo para saber realmente cuál era la respuesta a esa interrogante, mi mente y mi corazón sabían cuál fue ese momento.
La respuesta que di es la que tiene que ver con el título que lleva este boletín, por lo que quisiera robarles unos segundos de sus vidas para, de una forma breve, contarles esa situación, de muchas otras quizás, pero a modo especifico esa, porque tal vez muchos de los que lean esto también las han vivido y las tengan muy presentes como fue mi caso, tal vez otros no, pero que internamente existen.
Cuando me encontraba estudiando para mi profesión, me gustaba particularmente sentarme en un sillón rojo que, en aquel entonces, se encontraba en la sala de mi casa, mis padres sabían que era mi lugar favorito para leer y hacer los diferentes trabajos de la universidad, entonces siempre ellos como que dejaban ese espacio aparte, por así decirlo, era un espacio cómodo y seguro, que con el paso del tiempo y la costumbre de pasar mi mayor parte del tiempo ahí, lo llegué a ver como un lugar de tranquilidad y de refugio, y sí, era solo un sillón rojo… Sin embargo, fue en ese mismo sillón donde, por un momento de mi vida, sentí que todo mi mundo se venía abajo, ahí sentado en donde se suponía que era un lugar seguro para mí, se me dio una noticia que no estaba preparado para recibir, y desde ese momento lo que por muchos años había sido mi espacio de disfrute, de estudio y demás; se convirtió prácticamente en un tormento, hasta el punto de no querer nunca volver a sentarme en ese sillón.
¿A qué voy con toda esta historia que les cuento hoy?
Hermanos, es que así como un simple sillón de color rojo, significó algo que marcó drásticamente mi vida, así puede haber un montón de situaciones que nosotros, como seres humanos, hemos vivido o estamos viviendo, algunas quizás son sencillas de identificar, otras no son tan simples, pero que nuestro corazón resiente. Tal vez no es un objeto, sino una palabra, una acción en contra nuestra, una falta de perdón hacia otros y hasta hacia nosotros mismos, un pecado nunca confesado, etc.
¡Son tantas las posibles situaciones que nos pueden doler y que actualmente podemos estar cargando!
Porque si algo quisiera que les quedara hoy, es que somos humanos y Dios nos formó como seres integrales, eso no se nos debe olvidar, por lo tanto, esas situaciones, póngales el nombre que usted quiera: familiar, financiera, de salud, educativa etc., sí nos pueden doler y cargar, pero eso no significa que tengan que limitarnos, y sean esas las que gobiernen nuestras vidas, porque el Único que se merece esa potestad es Nuestro Señor Jesucristo (Isaías 33:22)
A modo de conclusión, hermanos, al día de hoy, han pasados varios años desde que recibí aquella noticia en mi sillón, yo no pude evitar que me marcara y me doliera, pero sí pude decidir de mano de mi Padre Celestial, que un sillón no puede tomar las riendas de mi vida.
Para cerrar quiero compartirles un pasaje que ha sido lema para mí y que me ha ayudado a seguir adelante día a día:
2 Corintios 5:17 Esto significa que todo el que pertenece a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado; ¡una nueva vida ha comenzado!
¡Con Cariño!
Emanuel Rojas
Ministerio de Jóvenes