“Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree.” – Romanos 1:16
Vivimos en un mundo sediento de verdad, esperanza y salvación. Cada día vemos como las noticias están llenas de caos, confusión e incertidumbre. Pero tú y yo, como miembros del cuerpo de Cristo, tenemos una misión que arde en el corazón de Dios: llevar el evangelio a toda criatura. Evangelizar no es una opción, es un mandato divino. Es el llamado más urgente y glorioso que tenemos.
Con los años de ser cristiano (24 años) me he dado cuenta de que la evangelización NO es una responsabilidad solo para los pastores, líderes o misioneros. Por el contrario, usted y yo como creyentes hemos sido equipados con el mensaje de salvación y con el Espíritu Santo. Jesús dijo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” (Marcos 16:15). Ese mandato no tiene excepciones ni excusas. Nos llama a salirnos de la comodidad y entrar al campo de batalla espiritual con valentía y compasión.
¿Por qué evangelizar?
- Porque las almas se pierden sin Cristo.
Cada día, miles de personas mueren sin haber escuchado del amor de Dios. ¿Quién les hablará si nosotros callamos? La eternidad es real, y cada alma es preciosa para Dios. - Porque hemos recibido una gracia inmerecida.
Si hemos sido rescatados del pecado y restaurados por Cristo, ¿cómo no compartir esa gracia con otros? El evangelio no se guarda, ¡se comparte! - Porque evangelizar transforma nuestras vidas.
Cuando testificamos, nuestra fe se fortalece. Somos testigos del poder de Dios en acción. Ver a alguien entregar su vida a Cristo es uno de los mayores gozos que podemos experimentar.
Es normal que muchos creyentes se sientan intimidados al hablar de Jesús. Algunas razones pueden ser por Miedo al rechazo o a no saber qué decir, pensar que no somos lo suficientemente preparados o creer que otros lo deben hacer en nuestro lugar.
Pero la verdad es que el evangelismo no depende de nuestras habilidades, sino del poder del Espíritu Santo. Dios usa vasos dispuestos, no perfectos. Él promete: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios.” (Isaías 41:10).
Por eso les motivo esta semana a que comencemos a orar para que Dios nos muestre personas en nuestro mundo personal, ya sea en nuestra casa, en nuestra familia, nuestros compañeros de trabajo o de estudio, a los vecinos, a todos los que les podamos hablar del plan de salvación, y que no desaprovechemos ninguna oportunidad de anunciar al Dios Todopoderoso que nos llamó de las tinieblas a la luz, que ha cambiado nuestro lamento en gozo, para que muchos lleguen al conocimiento de Cristo nuestro Salvador.
Por eso no tengas temor ni vergüenza y anímate a:
- Compartir tu testimonio.
Tu historia es poderosa. No necesitas conocer toda la teología; solo cuenta lo que Dios ha hecho en tu vida. Las personas se identifican más fácil con experiencias reales.
- Invitar a otros a la iglesia.
Muchos llegan a Cristo al asistir a una reunión donde escuchan la Palabra. Sé valiente al invitar a otros. Puede ser la puerta a su salvación. - Utilizar recursos evangelísticos.
Folletos, Biblias, videos, libros cristianos y ahora las redes sociales son herramientas que pueden abrir corazones. Sé creativo, usa todo medio posible.
Cuando la iglesia se activa en el evangelismo, comienza a ver frutos espirituales: las oraciones se intensifican, la unidad crece, la fe se fortalece y el fuego del Espíritu se aviva.
La iglesia primitiva crecía porque no se detenían de predicar: “Y cada día, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo.” (Hechos 5:42).
Hoy, el mismo Espíritu Santo que los impulsaba a ellos, nos impulsa a nosotros. No hay excusas. No hay tiempo que perder.
¡Vamos y hagámoslo juntos!
El evangelismo no es tarea de uno solo, ¡es un esfuerzo colectivo! Como iglesia, estamos aquí para apoyarnos, entrenarnos y caminar juntos en esta hermosa tarea que nos ha sido encomendada.
Confío en el Señor que este boletín no sea solo una lectura, sino que nos impulse a la acción.
¡Levantémonos y evangelicemos! Que nuestra comunidad, ciudad y nación conozca al Salvador. No lo hagamos por obligación, sino por amor, no por religión, sino por compasión, no por costumbre, sino por pasión por las almas.
Jesús viene pronto.
¡Hablemos de Él mientras haya tiempo!
Con mucho amor,
Jorge Piñeiro Castro
Administrador C.C. Grecia