¿Cómo ha estado corriendo esta carrera de la fe?
¿De qué maneras ha sido fiel al Señor en medio de los desafíos?
Estas son dudas que pueden surgir después de pasar algún proceso difícil en la vida, y tal vez usted piense que nadie lo ha notado, pero Dios sí lo ha visto todo. Él conoce cada intento suyo por caminar en obediencia, cada oración por alguien más, cada palabra de ánimo, cada paso que usted ha dado en medio de la adversidad y la valentía que eso ha requerido.
¿Dónde está su esperanza?
Todos enfrentamos momentos de aflicción. Ya sea una enfermedad, un problema familiar, una pérdida o una carga financiera, y el dolor que causan esas circunstancias puede nublar nuestra visión y agotar nuestras fuerzas.
David, en medio de su angustia, clamó al Señor con sinceridad:
“Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy en angustia;
Se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma también y mi cuerpo.
Porque mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar;
Se agotan mis fuerzas a causa de mi iniquidad, y mis huesos se han consumido.” Salmo 31:9-10
“Mas yo en ti confío, oh Jehová; Digo: Tú eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos…” Salmo 31:14-15a
David no escondió su dolor, fue honesto consigo mismo y con Dios. Se sintió sin fuerzas, quebrado y agotado desde lo más profundo de su ser, pero a pesar de todo eso, afirmó su confianza en Dios y al hacerlo, puso su futuro en las manos del Único que realmente podía sostenerlo.
“Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.” Hebreos 10:23
Así como David; usted y yo también podemos acercarnos a Dios hoy con todo lo que nos agobia, entregarle nuestras cargas y confiar en sus planes para nuestra vida. Esto nos permite entender que, aunque el dolor esté presente, la esperanza no tiene por qué desaparecer.
“Volveos a la fortaleza, oh prisioneros de esperanza; aún hoy os anuncio que os restauraré el doble.” Zacarías 9:12
Zacarías 9 nos muestra a un pueblo que, tras muchas batallas, estaba con miedo, cansado y vulnerable, ¿se puede sentir identificado? En ese contexto, Dios habla a través del profeta y les hace saber que no necesitarán caballos ni armas, sino que Él mismo va a pelear por ellos. Dios los invita a dejar el campo de batalla y a convertirse en “prisioneros de esperanza”.
Esto me lleva a un reto que quisiera compartir con ustedes y es ¿Cómo vivir como prisioneros de esperanza? No con una esperanza superficial o frágil, sino una esperanza que descansa en la promesa de que Dios peleará nuestras batallas.
- Implica una decisión consciente y radical.
- Necesitamos conocer a Dios y aprender a verle como Él realmente es, como un Dios poderoso y eterno, pero también cercano, justo y fiel para cumplir sus promesas.
- Esto requiere también de soltar el control, entendiendo que en realidad nunca lo tuvimos y que todo está sujeto a Su voluntad.
- Es importante ser intencionales en oración, confiando en que Él nos escucha y responde.
- Es necesario dejar de luchar y descansar en Él, dejar de temer y empezar a creer y sobre todo agradecer y alabar por lo que aún no vemos, pero estamos bajo el entendimiento de que Él cumplirá su palabra.
Los prisioneros de esperanza no necesitan pruebas visibles para confiar y saben que al final vendrá la recompensa. ¿Cuál es esa recompensa?
“Aún hoy os anuncio que os restauraré el doble.” Zacarías 9:12
Dios promete restituir más de lo que el enemigo ha robado. No importa qué tan grande sea nuestra herida, cuántos años parezcan perdidos o cuánto pensamos que nos hemos desgastado, si tenemos de nuestro lado al único Dios, al que es infinito en poder y amor, la esperanza nunca va a terminar en decepción.
“y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” Romanos 5:5
Si descansamos en Él, veremos victoria y restauración, no desde el esfuerzo humano, sino desde la paz de saber que Dios es quien pelea por nosotros.
Yariela Castro
Ministerio de Jóvenes